lunes, 1 de agosto de 2011

YOUNG TURKS

Woodstock no solo es uno de los grandes festivales de música de la historia. La verdad es que el local poco tiene del espíritu de aquella congregación hippie, pero ahí está. Con su Jeep metido en medio del bar, usado como cabina del Dj, y sus guitarras atornilladas al suelo. Os hablo de un bar de Pamplona con el mismo nombre.

Un pequeño antro escondido entre árboles, aplastado por las macros Marengo, Vaivén, etc., relegado a un público cuarentón. Una vez más, me demuestro a mí misma que la mía es una generación perdida. Temazo tras temazo y ni un alma que baje la media de edad en el local. Así que una vez habituada, me sumerjo en el ambiente y en los bailes frenéticos de todos los nostálgicos que allí se encontraban.

Ya había estado alguna vez en el local, pero lo del sábado a la noche no tiene nombre. No haré una lista de todo lo que escuché porque estaban todas, y cuando digo todas, es TODAS. Si a eso le añades que hay pantallas por todas las paredes proyectando los vídeos de cada canción, ya es la apoteosis (sí, estoy hablando de videoclips de los años 60-70). Te sientes un niño al que le ponen delante dos tipos de caramelos, y no sabes si mirar la tele ensimismado o dejarte llevar y bailar como un loco porque sí, existe ese bar en el que amanecerías cada día de fiesta. Porque no hay nada más feliz que saber que hay un pequeño lugar en el mundo para ti, donde le quitas la cinta del pelo al cantante de Dire Straits y canturreas el Walk of Life, mueves las caderas con Tom Jones, o guitarreas con Aerosmith y los RUN-DMC… solo por poner algún ejemplo.

De vez en cuando cerraba los ojos y me decía a mí misma que todo era perfecto, pero siempre seguía otra canción más que lo mejoraba. Así que ya cuando me iba, sonreí a todos y a nadie. A cada cantante, guitarra y muchedumbre. A mí misma y nadie más, porque solo yo sabía todo lo que había sentido esa noche.

“Young hearts be free tonight,
Time is on your side”

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